«La vida color de rosa» por Ángel Quintana.

La Razón

«Es cierto de que muchos ciudadanos sueñan con una vida de ese tinte, pero… no es posible -por lo menos en lo inmediato-.»

Décadas pasadas ese color predominaba como un fuerte deseo y una meta cierta, me refiero a un estado de plenitud y sosiego a conquistar, pero hoy, inalterable flagelo nos resuena: «más de lo mismo es mejor que lo desconocido»; el conformismo era una premisa que se asumía como «cuestión de familia», y si lograbas interponerte a esa idea… eras convidado al ostracismo como ciudadano y rechazado por la familia.

El sistema que soportamos desde tiempos remotos, y que no da señales de cambio, pese a los gobiernos que se suceden incesantemente, resumido con la palabra SUERTE, es un monograma cincelado a fuego, y que nutre la clase política, por lo que «igual ante la ley» es una falacia, y ello lo tienen asumidos todos los integrantes de esa élite privilegiada e intocable. Todas las promesas y sueños a cumplir por aquellos a los que confiamos nuestros humildes destinos y deseos SABEMOS que ya fueron presentadas y re-pensadas y sucesivamente rechazadas en el pasado por inconveniente, o sucumbieron ante la inoperancia gubernamental de turno, o fueron «tragados» por la insaciable burocracia, ese abseso dificil de extirpar.

La desigualdad de oportunidades es tácita y de una insensibilidad llamativa, como el caso de ciudadanos abcianos que no han podido acceder a una remuneración luego de un sufrido periplo laboral, llegando «orejanos» al final del camino, pecando de ignorantes a sabiendas de que aquellos que poseian los artilugios y las influencias para torcer ese destino no estaban dispuestos a hacerlo, o no los atendían personalmente, como dioses omnipotentes, pero -en cambio- «ayudaban» que poco o nada le aportaron a la sociedad. Esos organismos que se valen del aporte ciudadano, en cambio no son receptores de las arcaicas situaciones de explotación de muchos trabajadores ignorantes del sistema y que terminan sus días sin tener una «consideración» a su labor en forma de unos menguados mendrugos, y en cambio no penan a sus empleadores impunes.

Me impulsa un antagonismo sostenido en cuanto a esas desigualdades en el mosaico de la sociedad, donde el mecano adolece de esas piezas que antaño fueron claves para la economía de la nación. Esos soñadores ciudadanos seguirán vibrando por una utópica esperanza de cambio, DESEOS QUE SOLO ELLOS ACUÑAN COMO UN TESORO.

ANGEL QUINTANA

También te puede interesar

Videos
Más Noticias